(...) Los fotógrafos se vanaglorian de estar demostrando continuamente que el mundo existe, lo cual no es mucho, ya que desde que se inventó la fotografía es algo que todos sabemos. El problema se encuentra en explicar en qué términos existe. Una cura de humildad nos dirá que el mundo existe en sus mil caras y que nuestra fotografía no va a ser quien muestre la imagen globalizadora de este juego de espejos.
Ante ello, podemos, sin embargo, regresar a nuestra cámara colgada de nuestro hombro y decirnos: Lo tenemos todo con sólo saber cual es nuestro texto. A partir de ello, nos restará tan sólo el rito rutinario de toda esta historia: disparar un obturador sin tan siquiera mirar por nuestro ojo, y la película en la cámara para dejar constancia de que, de hecho, sí nos encontrábamos frente al mundo. O también podríamos decirnos: Así es como se ve una parte de mi consciencia del mundo en fotografías.
Algunos llaman a este gesto, arte.
Eduardo Momeñe
Extracto del
texto para el catálogo: A cuatro tiempos. Universidad de Zaragoza.
Zaragoza, 1993